ALGUNOS DETALLES (ÍNTIMOS) SOBRE EL OLFATO

Sin olfato, no percibiríamos la mayoría de los sabores. Cuidar este sentido de función discreta pero esencial en nuestro devenir diario es una de las especialidades de Clínica Ucelay.

¿Es posible medir el olfato de las personas?

Sí, por supuesto. La evaluación del olfato se realiza mediante la técnica de la olfatometría. Ello nos permite identificar los olores que el paciente no es capaz de detectar. Una vez evaluado y detectado el problema debemos conocer la gravedad de éste. Para ello, nos serviremos de diversos tests para medir la calidad de vida y la escala visual analógica (EVA).

¿Qué diferencias hay entre olfato, gusto y sabor?

El sabor es la suma del olfato y el gusto.

El ser humano es capaz de identificar cinco gustos: salado, dulce, amargo, ácido y umami (vocablo japonés que significa ‘sabroso’) a través de 3 nervios diferentes: los pares craneales VII, IX y X. Sin embargo, sólo tenemos un nervio (el par craneal I), formado por 30 millones de receptores, para identificar los olores.

El trabajo conjunto del gusto y olfato nos permite sentir miles de sabores. Por lo tanto, la pérdida del olfato (parcial o total) afectará de forma negativa al sabor que percibimos de los alimentos.

¿Por qué es tan importante este sentido?

Hay quienes dependen de este sentido en su ejercicio profesional (por ejemplo, los cocineros) pero la pérdida del olfato tiene otras implicaciones. Las personas con alteraciones de olfato y gusto corren el riesgo de no detectar la presencia de tóxicos, humos, gas o ingerir alimentos en mal estado poniendo en peligro su vida. Esto explica que la pérdida de ese sentido tenga un gran impacto en la calidad de vida de estas personas.

LA PÉRDIDA DEL OLFATO Y EL SARS-CoV-2

Aunque la COVID19 tiene un fuerte impacto en los sentidos del olfato y el gusto, la pérdida parcial (o total) de estos tiene un buen pronóstico en la mayoría de los casos.

¿Qué relación guardan la hiposmia y la anosmia con el SARS-CoV-2 (COVID19)?

La pérdida de olfato puede ser uno de los síntomas predictivos de la infección por SARS-CoV-2. Este virus presenta ciertas particularidades en relación a la pérdida olfativa: por un lado, desencadena inflamaciones en la zona nasal y, por otro, es capaz de unirse a las células receptoras del olfato, provocando su inactivación y un daño en el nervio olfatorio. Por ello, se recomienda que todo paciente con alteración súbita del olfato consulte con su médico sobre las medidas a tomar.

¿Qué tipo de pacientes COVID19 son más propensos a padecer una alteración del olfato?

La evidencia actual nos dice que todo paciente infectado por coronavirus es susceptible de padecer alteraciones del olfato. Cuanto más grave sea el cuadro clínico derivado de dicha infección y cuantos más síntomas (como tos, fiebre, obstrucción nasal, etc.) presente, mayor será la tasa de afectación. Asimismo, aquellos pacientes que ya tuviesen alguna patología nasal (como rinitis o sinusitis) y/o alteración previa del olfato, son más propensos a padecer dicho problema.

¿Es recuperable el olfato perdido?

Sí. El SARS-CoV-2 tiene un fuerte impacto en el sentido del olfato, con un buen pronóstico en la mayoría de lo casos. Estudios recientes demuestran que más del 90% de los pacientes con SARS-CoV-2 recuperan espontáneamente el olfato en el primer mes. La valoración temprana por un especialista en Otorrinolaringología es fundamental para descartar otras posibles causas e iniciar un tratamiento individualizado con la mayor brevedad posible.

SOBRE LA HIPOSMIA Y LA ANOSMIA

La alteración parcial o total de la capacidad de oler afecta, aproximadamente, a un 20% de la población sana. ¿Qué la origina?

¿Qué es la hiposmia y la anosmia?

Hiposmia es una alteración parcial del olfato. Sabemos que cerca de 20% de la población sana la sufre. La anosmia es una alteración total del olfato que llega a afectar a un 0,3% de la población sana. Tanto una como otra son motivo muy frecuente de consulta en Otorrinolaringología.

¿Qué las puede causar?

Sabemos que 2/3 de los pacientes con un resfriado común de origen vírico presenta alguna alteración del olfato, habitualmente por fenómenos inflamatorios como la congestión nasal y la rinorrea (mucosidad). Ambos fenómenos impiden la captación del olor por los receptores olfatorios que se encuentran en la parte superior de las fosas nasales.